
Traducir la cultura
Museos, fundaciones, espacios patrimoniales, teatros, empresas de comunicación cultural, centros de arte… y un largo etcétera. El sector cultural habla su propio idioma. Un idioma que tiene que ver con su manera de mostrarse al mundo y de dialogar con sus interlocutores. Pero… ¿qué debe tener especialmente en cuenta en la hora de crear y traducir sus textos?
En el post de hoy, intentaremos desentrañar este misterio a partir de nuestra experiencia. ¿Empezamos?
Imaginemos que eres técnico/a de un museo. O la persona responsable de comunicación de una fundación cultural. O quizás te dediques a crear contenidos para empresas. Cada día te ves creando folletos informativos, textos para los boletines, las publicaciones de tu empresa, la programación de tus actividades, la descripción de tu oferta cultural para atraer público o el contenido de la próxima exposición temporal.
¿Qué deberás tener presente?
Antes que nada…
- Ten claro el público al que te diriges: ¿es público joven? ¿Tiene bagaje en la materia o es la primera vez que se acerca a él? ¿Cuál es su procedencia?
- En el caso de que te dirijas a un público de procedencias amplias, averigua cuáles son. Te ayudará a saber si necesitas traducirlo y, en caso afirmativo, a qué idiomas y/o variantes.
- Sigue unas pautas de estilo y unos criterios ortotipográficos que se conviertan en marca de la casa. Y si no las tienes, ¡créalas!
- Decide el tono que adoptarás en cada caso: ¿será cercano? ¿O más bien formal?
- ¿Qué voz narrativa vas a elegir? ¿Será una primera persona o tal vez una voz impersonal?
- ¿Y a qué persona del verbo te dirigirás? ¿Hablarás a un tú, a un vosotros, a un usted…?
A partir de aquí, podríamos entrar en un laberinto de opciones y matices que serían únicos para cada entidad cultural. Quizás otro día podríamos seguir hablando de ello.
Mientras tanto, os revelaremos un secreto: el mejor profesional para editar, corregir otetraducir textos culturales suele tener formación complementaria a la lingüística (que es, también, esencial). Normalmente, los mejores traductores culturales provienen de alguna rama humanística y/o disponen de bagaje personal, interés e inquietudes culturales intrínseco a su manera de ser. ¡Ah! Y están al día de lo que ocurre a su alrededor y conocen a la perfección el contexto sociolingüístico de la lengua que trabajan.
Pero esta ya es otra historia…
¿Y tú? ¿Trabajas en una entidad cultural, una fundación, un museo…? ¿Qué dudas o retos se te plantean cada día y como los sueles afrontar? ¡Cuéntanoslo y los comentaremos juntos!